Testimonio de Francisco Saraceno. Partero

Mi nombre es Francisco Saraceno y soy partero. Una vocación que recuerdo presente desde siempre en mi vida. Pero la primera vez que pude ponerle palabras fue a los 9 años. En ese entonces me pidieron del colegio hacer un cuento escribiendo que quería ser cuando grande. No tuve dudas e inventé una historia en la que nos quedábamos atrapadxs en casa con mi madre y yo era su partero, de esta manera sin saberlo no solo pude nombrar mi profesión y mi deseo, sino también el lugar que muchos años después elegiría para desempeñarme, las casas.
Tengo la particularidad de ser el primer varón egresado de la UBA en la lic. de obstetricia, ya que hasta antes de mi ingreso la carrera estaba prohibida para los varones. Esta realidad ya la conocía desde chico y crecí escuchando que yo no iba a poder ingresar a la UBA a estudiar partería y que tal vez lo mejor era que planteara estudiar medicina y hacer la especialización como obstetra, algo que además me aseguraba mayor estatus social. Sin embargo siempre supe bien que las parteras y lxs obstetras somos razas distintas, que vemos los nacimientos, los partos, la sexualidad y la fisiología desde ópticas muy dispares y que incluso chocan entre si. Y esto condiciona drásticamente el lugar que le damos a la mujer, a su historia personal, sus deseos, sus necesidades y que mi vocación, mi amor, mi deseo estaban con la partería.
Obstáculos hubo muchos, la prohibición por ley, que logramos solventar gracias a un decreto. El cuestionamiento social hacia mi elección de ser partero, aunque se bien que si hubiera elegido ser obstetra jamás se hubiera cuestionado, porque como sociedad no cuestionamos que un varón corte, intervenga y manipule el cuerpo de las mujeres, pero sí que elija acompañar y sostener desde la sombra. Sin embargo, lo clave para mí no han sido los obstáculos sino que siempre he logrado sortearlos gracias al amor y compañía de las mujeres que me han rodeado, principalmente mi madre a quien le debo mis raíces y mi hija Frida en quien veo el horizonte
En términos formales asisto partos planificados en domicilio hace más de 15 años. También hago atención primaria a la salud en un barrio del conurbano . Además colaboro en la coordinación de obstetricia de La Matanza. Y soy co-autor del libro «Mujeres invisibles. Partos y patriarcado”
Amo la partería y la entiendo como una forma de vida. No me imagino haciendo otra cosa, de hecho no creo que sepa hacer nada más. Los nacimientos y las gestaciones me siguen apasionando y convocando desde la profunda admiración ante el proceso, pero sobre todo ante las mujeres que lo hacen posible. Pero justamente mi profundo amor y respeto me ha llevado a ser muy crítico y cuestionar profundamente el modelo y las prácticas obstétricas que actualmente se imponen como la norma. Y eso me ha llevado a ser activista por los derechos sexuales y reproductivos, he integrar las agrupaciones Las Casildas, el OVO, Fortaleza´85. Otra gran pasión y vocación
El arte de la partería radica en nuestra posibilidad de ubicarnos en la sombra, observando en calma y atención, sosteniendo desde lo emocional y acompañando desde lo clínico solo cuando es necesario para que cada mujer pueda desplegar todo su poder y fortaleza para parir. Somos quienes deben garantizar que ella sea protagonista, que se sienta y se viva soberana de su cuerpo y de su parto. Somos tan solo invitadxs afortunadxs a ser testigos de la inmensa potencia de la vida que se abre paso. El asombro, la admiración, el respeto y el agradecimiento hacia esa mujer y su hijo/a deben ser el sello de nuestra labor. Es esa, la partería que me apasiona y para la que día a día me reformulo, me cuestiono, me construyo para estar a la altura.
Soy un hombre y un partero afortunado, mi trabajo está ligado al disfrute, a todo aquello en lo que creo y amo. Y además tengo la enorme fortuna de hacerlo junto a mujeres que amo y admiro entrañablemente.
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